lunes, 16 de marzo de 2009

sobre la ética Periodistica


“Tenemos deberes más importantes que nuestros derechos en una profesión pensada en el servicio”

En la democracia que ostentamos hoy en día la prensa y los medios tienen la oportunidad de investigar el tema que consideren pertinente. Para el caso colombiano, la libertad de prensa se ha visto opacada por los intereses de pocos que afectan a muchos. La mentira, la manipulación y la censura son el pan de cada día para quienes realizan – como diría García Márquez- “el trabajo más lindo del mundo”.

Pero la balanza no se inclina sólo para el lado del periodismo libre. El ejercicio utópico de informar objetivamente y el publico receptor piden a gritos – sin saberlo- verdad. Podría decirse entonces que la conciencia de quienes consumen los medios demanda a los periodistas seriedad, que no se dejen utilizar para fines contrarios al interés nacional. La primera responsabilidad del periodismo y de los medios es con quienes lo acogen, es con su público.

De la misma manera arguyo que es deber de los medios asumir su responsabilidad y alertar a sus públicos de no creer todo lo que se publica. Estos deben de estar consientes que así como pueden hacer mucho bien, pueden provocar grandes daños. Si bien es cierto que en muchos momentos de la historia una noticia mal enfocada (ahí entra el juego de lo objetivo) o una información mal dada, mentirosa o no pertinente, han causado revuelos, matanzas, ingobernabilidad, quiebras, crisis sociales y económicas, injusticias y hasta guerras.

Los medios de comunicación y los periodistas detrás de ellos, son actores sociales del diario vivir, a tal punto de no desconfiar de sus versiones, su poder en la opinión pública es inminente y su posición en la sociedad privilegiada. ¿No debemos a quienes nos han posicionado en este reñido poderío lo mejor de nosotros y de nuestro aprendizaje?

Entonces no es sólo escudar el ejercicio de informar en la ley y la libertad de expresión, es encontrarse con los deberes de la profesión y el buen aprovechamiento del poder obtenido. Somos los profesionales en la comunicación quienes representamos el sujeto cualificado de la realización imparcial de los medios, una cualificación garantizada por preparación y formación de la academia, es ahí donde el empirismo o más aún dañino el hemisferio de la opinión sin fundamento y nuestra permisión de los mismo nos llevan a tener el periodismo que hoy consumimos y que merecemos. El periodista debe estar constituido por valores de certeza y responsabilidad desde su acción comunicativa en el aprendizaje de su profesión, así como también a tener una especial sensibilidad acerca de los efectos derivados de su actividad informativa, estamos llamados a incorporar todas y cada una de las normatividad de comunicación social y los aspectos éticos de esta.

Lo que se ha perdido en el buen periodismo - si así puede llamarse- es el temor por los peligros del uso propagandístico, los posibles efectos de la violencia en las pantallas, la influencia de determinados titulares o imágenes, la falta de verificación de las fuentes, esconder datos, la verdades a medias, estar dando disculpas por información equivocada y superponer la venta a la verdad, son síntomas de la irresponsabilidad (ahora típica en el caso colombiano).

La urgencia por establecer ventas crea la frívola situación de “la chiva”. Irresponsable y efímera, es la prueba reina de las investigaciones a medias. Este tipo de productos mediáticos no conducen a un ejercicio responsable y formador de posiciones críticas, más bien genera ciertas tendencias por el amarillismo y sensacionalismo, cuya dinámica se basa en inflar una noticia más allá de sus justas proporciones con el único fin de triplicar las utilidades de su venta por la expectativa que genera de ser conocida. Es ahí donde el harnero del periodista en ejercicio debe de colar la información que pueda ser real y útil. Le debe de servir para aceptar o no las publicaciones medianamente investigadas. Siendo fiel a su propio régimen moral, a los criterios éticos y sancionando la manipulación.

Es muy común que la noticia sensacionalista en un principio genere altos dividendos, pero a futuro, el consumidor suele apelar a la ética, y ante la cantidad de escándalo y amarillismo se genera una repulsión. Lo digo personalmente: me genera duda tanta chiva.


Suenan muy bonitas las condiciones éticas a la que debe estar sometida la notica y toda publicación de los medios. Otra realidad es la que se enfrentan muchos estudiantes de comunicación en donde la academia idealiza las maneras de desempeñar su labor con los otros y los apellida en lo “social” integrando un comunicador social que encuentra otra versión de su carrera en los medios, que LE TOCA -porque nos toca- adherirnos a las filiaciones políticas, económicas, y morales del medio donde trabajemos. Si quiero conservar ese trabajo. Estamos obligados desprender los valores aprendidos y convertirnos en una ficha más de la maquinaria comunicativa tergiversada.

Así mismo como comunicadores sociales es debido conocer los derechos, pero también los deberes. Tenemos una misión en nuestra profesión pero no es la de reclamar sólo nuestros derechos, pelear por la libertad de prensa y por dar a conocer fotos, archivos y demás. Tenemos deberes más importantes que nuestros derechos en una profesión pensada en el servicio. Deberes que contribuyen y constituyen a los que nos oyen, ven y leen. Tenemos el deber y el compromiso profesional y moral dar singular relevancia a pensar en las consecuencias de lo que informamos a medias, de lo que no estamos seguros. de lo que creemos verdad. No hay verdades absolutas, y esto es absolutamente cierto.

Tocando de manera superficial el marco legal, las exigencias de nosotros como periodistas son múltiples y hay varias normas jurídicas que regulan la actividad y se basa en las obligaciones esenciales para con los otros: vendría a ser un conflicto de libertades, en donde la libertad del periodista no debe irrespetar la del individuo, quién sea como sea goza constitucionalmente su privacidad. El respeto por el buen nombre y el derecho a estar informado con la verdad y el ser inocente hasta comprobar lo contrario. Como por mencionar algunos derechos que violados frecuentemente.